viernes, 18 de mayo de 2012

LAMENTACIONES. CAPÍTULO 1.


11iQué solitaria está la ciudad populosa!
Se ha quedado viuda la primera de las naciones;
la princesa de las provincias, en trabajos forzados.
2Pasa la noche llorando, le corren las lágrimas por las mejillas.
No hay nadie entre sus amigos que la consuele;
todos sus aliados la han traicionado, se han vuelto sus enemigos.
3Judá marchó al destierro, humillada y esclava;
hoy habita entre gentiles, sin encontrar reposo;
los que la perseguían le dieron alcance y la cercaron.
4Los caminos de Sión están de luto, porque nadie acude a las fiestas;
sus puertas están en ruinas, gimen sus sacerdotes,
sus doncellas están desoladas, y ella misma llena de amargura.
5Sus enemigos la han vencido, han triunfado sus adversarios,
porque el Señor la ha castigado por su continua rebeldía;
aun sus niños marcharon al destierro delante del enemigo.
6La ciudad de Sión ha perdido toda su hermosura;
sus nobles, como siervos que no encuentran pasto,
caminaban desfallecidos, empujados por la espalda.
7Jerusalén recuerda los días tristes y turbulentos,
cuando caía su pueblo en manos enemigas y nadie lo socorría,
y al verla, sus enemigos se reían de su desgracia.
8Jerusalén ha pecado gravemente y ha quedado manchada;
los que antes la honraban, la desprecian viéndola desnuda,
y ella entre gemidos se vuelve de espaldas.
9L1eva su impureza en la falda, sin pensar en el futuro.
¡Qué caída tan terrible!: no hay quien la consuele.
«Mira, Señor, mi aflicción y el triunfo de mi enemigo».
10El enemigo ha echado mano a todos sus tesoros;
ella ha visto a los gentiles entrar en el santuario,
aunque tú habías prohibido que entraran en tu asamblea.
11Todo el pueblo, entre gemidos, anda buscando pan;
ofrecían sus tesoros para comer y recobrar las fuerzas.
«Mira, Señor, fíjate cómo estoy envilecida.
12»Vosotros, los que pasáis por el camino, mirad, fijaos:
¿Hay dolor como mi dolor? ¡Cómo me han maltratado!
El Señor me ha castigado el día del incendio de su ira.
13»Desde el cielo ha lanzado un fuego
que se me ha metido en los huesos;
ha tendido una red a mis pasos y me ha hecho retroceder,
me ha dejado consternada y sufriendo todo el día.
14»EI Señor hizo un fardo con mis culpas y lo ató con su mano,
me lo echó al cuello y doblegó mis fuerzas,
me ha entregado en unas manos que no me dejan levantarme.
15»EI Señor desbarató a mis capitanes en medio de mí;
hizo leva contra mí para triturar a mis soldados; 
el Señor pisó en el lagar a la doncella, capital de Judá.
16»Por eso estoy llorando, mis ojos se deshacen en agua;
no tengo cerca quien me consuele, quien me reanime;
mis hijos están consternados ante la victoria del enemigo».
17-Sión extiende las manos, pero nadie la consuela.
El Señor mandó a los pueblos vecinos que atacaran a Jacob;
Jerusalén quedó en medio de ellos como basura.
18»Pero el Señor es justo, porque me rebelé contra su palabra.
Pueblos todos, escuchad y mirad mis heridas:
mis doncellas y mis jóvenes han marchado al destierro.
19»Llamé a mis amantes, pero me han traicionado.
Mis sacerdotes y ancianos murieron en la ciudad,
mientras buscaban alimento para recobrar las fuerzas.
20»Mira, Señor, mis angustias y la amargura de mis entrañas;
se me revuelve dentro el corazón de tanta amargura;
en la calle me deja sin hijos la espada; en casa, la muerte.
21 »Escuchad cómo gimo, sin nadie que me consuele.
El enemigo se alegró de mi desgracia, que tú mismo ejecutaste;
pero haz que llegue el día anunciado, y serán como yo.
22»Lleguen a tu presencia sus maldades y trátalos a ellos
como me trataste a mí, por mis rebeliones:
se multiplican mis gemidos, desfallece mi corazón».

1 La primera elegía plantea y desarrolla los principales temas: a) el sufrimiento colectivo y de grupos, realzado por el contraste clásico del antes y el después; b) la causa, que es el pecado colectivo, de rebelión contra el Señor, infidelidad; e) el castigo o cumplimiento de una sentencia, dictada por el Señor, ejecutada por él mismo y por sus instrumentos humanos; d) expresiones de dolor y duelo; e) petición a Dios para sí y contra los enemigos.

La imagen dominante es la bien conocida de la matrona: la capital representa corporativamente a todo el pueblo, en figura de mujer y madre. La imagen crea una tensión entre la identidad de la ciudad con su población y la distinción entre la madre y sus hijos. Además la imagen permite un desarrollo rico de particulares: deshonra, desnudez y vergüenza pública, amantes, hijos e hijas. Esta imagen es el factor más importante de unidad. En cambio, la composición no es rigurosa aunque bien centrada.

1,1 Comienza la voz del poeta con el grito de dolor clásico. "Se sienta": probablemente en el suelo (cfr. Is 47,1). "Solitaria": opuesto a habitada. "Capital": o bien populosa. Llamarla capital del pueblo es lógico, Llamarla "capital de naciones" podría aludir a los vasallos que en otro tiempo reconocían su soberanía (Moab, Edom, Damasco ... ), o suena a hipérbole que subraya la tragediapor contraste. "Viuda" supone la imagen conyugal y propone el aspecto social de soledad, desvalimiento. Los trabajos forzados traen a la memoria la situación de Egipto antes de la liberación (Ex 1,11).

1,2 Continúa la imagen conyugal. Jerusalén ha sido infiel al Señor acudiendo a una serie de amantes, es decir, ha buscado su seguridad y supervivencia en los pactos con otros países. El castigo es a la vez dialéctica de la historia y castigo de Dios: véanse Jr 2,18.24.36; Ez 16,26.

1,3 De la capital pasa al reino de Judá: su destierro a Babilonia era como un desandar la historia, retornando a Egipto.

1,4 Recuerdo de Sión como centro de peregrinaciones festivas (Sal 68; 84; 122), en las cuales lo humano, "sacerdotes y doncellas" contagiaba lo inanimado, "caminos y puertas".
Véanse también Jue 21,18 Y Jr 31,13.

1,5 "Rebeldía": frecuente en Ezequiel y Amós. Es la primera aparición del Señor, y es para afligir a la ciudad en sus hijos.

1,6 En términos femeninos, Sión es una muchacha que ha perdido su hermosura; la frase deja traslucir otro sentido: su hermosura, la Gloria de Dios, la ha abandonado. La imagen de los nobles es de caza, de acoso.

1,7 El texto hebreo tiene una adición en el puesto b: "todos los tesoros que tenía desde antaño". Su "final" consuena en hebrea con "sábado": un descanso trágico de inacción forzada.

1,8 "Manchada": leo nídda, como en 17c la impureza de la menstruación. Desnuda y no deseada, se vuelve o se sienta de espaldas para esconder su vergüenza. Sus amantes ya no la buscan.

1,9 En este momento de la caída, el poeta deja escuchar la voz de Jerusalén en una invocación al Señor que recuerda Dt 32,26-29. "Consolar" es motivo repetido (2.9.16. 17.21); puede ser oficio del marido (2 Sm 12, 24; cfr. Is 40,1).

1,10 Preparados por lo anterior, podemos escuchar alusiones sexuales, apoyadas en "echar mano", "tesoros" (Ex 20,17; Ez 24,15; Cant 2,3), "entrar'. En sentido propio, los tesoros son principalmente los del templo (2 Re 25,13ss). Sobre la prohibición de entrar: Dt 23,1; Ez 44,7.9; 25,3.

1,11 "Pan": cfr. Jr 38,9; 52,6. Habla de nuevo la ciudad invocando al Señor: presente en la mente de la ciudad y del autor, aleccionados por los salmos: 9,14; 25,18; 59,5; 80,15; 119,153; 142,5.

1,12 Es el día de un juicio histórico en que el Señor ha pronunciado sentencia y la ha hecho ejecutar. La ciudad parece buscar la compasión de los hombres frente a la cólera despiadada de su Dios.

1,13 La ira es un ardor que se materializa en un fuego lanzado. Fuego del cielo es el rayo vengador, que penetra en los huesos como fiebre mortal (Sal 102,4; Job 30,30), que cae en la ciudad como incendio destructor (Am 1).

1,14 La culpa es en la conciencia el peso intolerable que doblega: Sal 65,4; es el yugo de llevar cargas.

1,15 El Señor hace leva de enemigos para una guerra santa contra su ciudad (cfr. Is 13,3).
La ciudad entera está vista como lagar gigantesco, del que fluye sangre como mosto: compárese con Is 63,2s.

1,16 Véase Jr 13,16.

1,17 Al echar mano del enemigo (10a) responde el extender las manos Sión; a la prohibición de entrar (1 OC),el mandato de atacar.

1,18 Pieza de liturgia penitencial (Neh 9; Dn 9; Bar 1,15-3,8): Jerusalén se confiesa culpable en sus relaciones con el Señor; ella es culpable, el Señor inocente, el castigo es merecido. La palabra contra la que se rebeló es la profética en general o la de Jeremías en concreto.

1,19 Los amantes son, como en el v. 2, las potencias extranjeras; según Jr 37,6, puede tratarse de Egipto; según Jr 27,3, de los demás aliados. "Ancianos": en sentido estricto, los senadores.

1,20 Más que seres humanos, la espada y la muerte son las dos potencias que rondan y penetran incontrastadas (Jr 14,8; Ez 7,15). Su visión produce ese ardor que expresa el arrepentimiento.

1,21 Sobre la alegría del enemigo, véase Abd 12-13; Ez 25,1-7. El día anunciado puede referirse a Jr 25,15-31.

1,22 A presencia y conocimiento del juez, que puede castigar a un verdugo que se ha excedido cruelmente. 

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